Catedral

Catedral

La Catedral de la Asunción de Barbastro sorprende. Su exterior no insinúa la belleza de uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótico renacentista de Aragón.

Su origen como lugar sagrado se remonta al menos al siglo X, ya que aquí se encontraba la antigua mezquita de la ciudad. El 5 de mayo de 1101, dicha mezquita fue consagrada como iglesia y sede episcopal. Sin embargo, no fue hasta el primer tercio del siglo XVI cuando maestros como Luis de Santa Cruz, Juan de Sariñena y Juan de Segura iniciaron la construcción principal.

El monumento, se edificó con planta de salón compuesta por tres naves de gran altura dando lugar a un espacio interior diáfano y equilibrado. Estas naves se separan mediante pilares de unos 15 metros de altura decoradas con un escudo de la ciudad. De ellas parten lo nervios de las bóvedas de crucería, decorados con 485 rosas de madera policromada y toques dorados asimilándose a un cielo estrellado.

Una vez finalizada, se encargó un gran retablo a Damián Forment, uno de los mejores escultores del renacimiento aragonés, creador también del retablo mayor de El Pilar. En este se puede observar la abundancia de motivos tomados de la antigüedad clásica dando como resultado una obra de gran riqueza.

Las reformas y añadidos se sucedieron a lo largo de los siglos XVII y XVIII como la construcción de nuevas capillas, entre las que destaca la del Santo Cristo de los Milagros (1707). Su estilo barroco desarrolla un interesante programa iconográfico en torno a la pasión y muerte de Cristo.

Toda hermosa eres, amiga mía, y en ti no hay defecto (···) Señor, tu casa está perfectamente construida sobre roca firme. Esta frase rodea la catedral, desde la parte superior del retablo a la derecha. Con estas palabras se quiso alabar la belleza de la construcción ejecutada entre 1517 y 1533, pero también el espíritu de quienes la impulsaron: el pueblo de Barbastro, con su concejo a la cabeza, decidido a recuperar la sede episcopal perdida.